Objetivo a la vista. (Corto relato).

Un par de horas habían pasado ya desde que amaneció en Grove City, poco a poco la ciudad parecía cobrar vida como cada mañana, en aquella calle todo era normal, las tiendas empezaban a abrir sus puertas, los vecinos se saludaban a medida que se cruzaban, un día como otro cualquiera.

Bill, con sus diecisiete años recién cumplidos, tenía a su lado a su hermana pequeña de tan sólo trece primaveras, Katie, que miraba con mucha atención el escaparate de la tienda que tenía delante, lleno de pequeñas figuras de acción, cómics, juegos de mesa y demás cosas habituales en un negocio de ocio juvenil. Él tuvo que darle un ligero empujón a su hermana para despertarla y requerir su atención.

-¡Eh! Deberías moverte ya, no estás aquí para quedarte de piedra en la puerta -le espetó con actitud impaciente-.

-¿Estás seguro de que no me verá? No quiero que me pille, ya sabes que el Sheriff no es muy amigo de los niños, ¡es el hombre más desagradable del mundo! -la pequeña estaba bastante nerviosa-.

-Es imposible que te vea, ya lo he probado antes, sólo tienes que guardar el libro debajo de tu camisa mientras el vendedor mira hacia otro lado -ahora estaba tomando una postura más calmada, con el fin de convencerla-. Sólo debes estar segura de que está ocupado, espera a que abra la caja o se agache, cualquier cosa mientras no esté mirando a las estanterías.

-Claro, y si ve un libro flotando en el aire, cogerá su escopeta y me dejará como un colador -el tono irónico de su voz era transparente como su actual situación física-. ¿Seguro que quieres el de Hulk?, está demasiado cerca del mostrador, podría coger uno más cerca de la  salida...

-Crees que quiero ese concreto porque me gusta, pero no es así, es para demostrarte que no te puede ver aunque estés delante de sus mismas narices -respondió con firmeza Bill-.

-Si me ve, te juro que te hago tragar el maldito colgante... -por muy pequeña que fuera, su gesto amenazante mostrándole el puño cerrado habría hecho temblar incluso al héroe del cómic que se disponía a robar-. De acuerdo, si me ve, salgo corriendo, ¿no puedo atravesar también la puerta?

-No, el colgante sólo te hace invisible, no te convierte en un fantasma, pero el rifle de ese tipo sí.

-¡Qué gracioso! -exclamó con tono de burla-, cuando saque el cómic de esta tienda, lo voy a quemar, para que no vuelvas a reírte de mí.

En un segundo, Katie lanzó su mirada hacia la puerta, justo en ese momento un chico abrió la puerta de la tienda, era su oportunidad de entrar sin ser descubierta. Conforme el desconocido entraba, consiguió colarse justo detrás suyo, ahora estaba dentro. El vendedor puso toda su atención al comprador potencial que había llegado, no podía percibir su presencia, aún así su corazón latía muy deprisa, tenía que controlar su acelerada respiración para no hacer ningún ruido sospechoso. Dirigió una última mirada hacia fuera de la tienda para ver como su hermano le hacía un gesto de aprobación con la cabeza, se giró lentamente hacia el vendedor y su joven cliente, para ver que estaban completamente enfrascados en una especie de catálogo de libros. Miro de reojo a su objetivo, aquel grueso cómic de una edición especial de Hulk, alargó su brazo izquierdo para tocarlo levemente con la punta de los dedos, estaba al borde del ataque de nervios...

-Te dije que no era tan difícil, espero que a partir de ahora me creas cuando te diga que nadie puede vernos -parecía esperar algún tipo de disculpa por parte de su hermana, mientras dejaba el cómic sobre el banco- Además, la próxima vez haremos algo mejor, no será sólo un cómic.

-Eso espero -de nuevo parecía que estaba perdonando la vida de su hermano mayor-. ¿Sabe alguien más de estos colgantes?

-No, es nuestro secreto, nadie puede quitarnos este poder, nos pertenece y ahora podremos hacer cosas increíbles.

Era casi mediodía, el parque estaba bastante concurrido, pero ellos seguían ocultos a la vista de todo el mundo, para los demás no existían mientras llevaran aquellos colgantes. Bill guardó con cuidado el botín recién adquirido debajo de su chaqueta, se levantó y ella inmediatamente lo imitó, comenzaron a caminar en dirección a casa. Katie tenía una sensación de poder como nunca había sentido, un nuevo mundo se estaba abriendo ante sus ojos, lleno de posibilidades y nuevas esperanzas...
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