Crítica: "Acero Puro" Atom vs Zeus

En un futuro próximo en el que el único boxeo permitido es el que enfrenta a robots, un ex boxeador se gana penosamentela vida como manager de robots casi inservibles en peleas de segunda. El reencuentro con su hijo de once años y la aparición en un desguace de un viejo robot, Atom, al que empiezan a entrenar les introduce en el circuito de peleas mas prestigioso e incluso tendrán la posibilidad de enfrentarse al temible campeón, el robot Zeus.

He releído "Steel", el relato escrito en 1956 de Richard Matheson (Soy Leyenda, El diablo sobre ruedas) en el que se basa la película Acero Puro. Lo había leído hace un motón de años y está incluido en la antología "Las playas del espacio" de la colección Nebulae. En el nos cuenta la dramática historia del manager de un robot boxeador. El robot se avería por lo que, de forma secreta el manager que es un antiguo boxeador, se ve obligado a sustituirle en lo que será una terrible pelea contra un robot real.
En 1963 en propio Matheson adaptó fielmente la historia para un episodio de la mítica serie Twilight Zone que protagonizó Lee Marvin. En el episodio los robots están interpretados por actores levemente maquillados y con movimientos rígidos, lo que por otra parte venia bien a la historia por el hecho de hacer creíble que un humano pudiese suplantar a un robot.












Despojada de los aspectos mas pesimistas de la obra original y destinada al consumo masivo llega "Acero puro" protagonizada por Hugh Jackman y producida por Steven Spileberg. Claro, que aparte del relato de Matheson hay otras influencias notables.
Está la lacrimógena película "Campeón" de los 70 sobre un boxeador en horas bajas, su hijo y la última gran oportunidad que se presenta en forma de combate.
Y cómo no, también tenemos a "Rocky". El boxeador de los barrios bajos que tiene la gran oportunidad enfrentándose al campeón del mundo de boxeo.
Se supone que mezclando estos ingredientes tendrías la película "Acero puro".
Pero hay algo más: Los robots.
Si hay una película que justifique su existencia por los efectos especiales es esta. Los robots, entre los dos metros y medio y los tres metros de altura, están tan perfectamente integrados en la película que me la creí desde el minuto uno.

La interacción con los personajes reales es increíble. Hay un momento en la película en la que el niño decide irrumpir en el ring bailando seguido por el robot que imita sus movimientos y piensas: Ya está, la típica escenita que se pasa de simpática y causa vergüenza ajena. Pero...¡Funciona a la perfección!

Los combates son espectaculares y el montaje realmente bueno, sientes la excitación de la pelea. Podemos destacar el sobrio diseño del robot protagonista, Atom, que de por sí y de forma sutil insinúa una posibilidad de tener conciencia propia. La película está ambientada en el año 2020 pero el diseño futurista se queda únicamente para algunos robots.

Dentro que el desarrollo de la historia es sumamente predecible hay que decir que al menos el guión está bien desarrollado y que no aburre, aunque claro, de los tópicos de rigor no nos libra nadie.

Al menos sale adelante el personaje del hijo (Dakota Goyo) que a pesar de empezar como niño insoportable y de algunos mohines innecesarios, termina imponiéndose como el personaje mas adulto de la función y estableciendo una curiosa relación de rivalidad con la bella y glacial Farra Lemkova (Olga Farra) , el personaje en teoría odioso de la película.

El mítico campeón de boxeo Sugar Ray Leonard ha asesorado las escenas de combate.


En resumen: cubo grande de palomitas, coca cola y a disfrutar.

PUNTUACION 7/10
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