Dentro del podcast de Cine de Terror Asiático, se habló de la película The Eye, donde básicamente a una chica le hacen un transplante de ojos y pasa a ver lo que vio la anterior dueña de los ojos. Este detalle tiene su homólogo en las costumbres, e incluso ciencia, occidental, donde se dice que cuando alguien muere, queda impreso en sus ojos lo último que ve, se conoce como Memento Mori.
La frase del latín Memento Mori significa "recuerda que vas a morir", es originaria de la antigua Roma, cuando un general hacía su paseo victorioso tras alguna guerra, había detrás un siervo suyo que le recordaba precisamente eso, que al final morirás como todo el mundo para que el general no se dejara llevar por la soberbia ni la prepotencia por su victoria y vaya con solemnidad pero también con humildad.
Siglos más tarde en la Edad Media se utilizó el término Memento Mori para las representaciones artísticas de la muerte donde siempre suele aparecer una calavera para recordar que todos acabaremos igual, haciendo alusión a la muerte física y a la vida eterna espiritual en el término estrictamente religioso.
Dando un salto de otros cuantos siglos y ya en el s.XIX existió una práctica muy común entre la población conocida como fotografía post mortem o Memento Mori, básicamente la gente cogía a sus difuntos, les vestían con sus mejores ropas y les hacían una fotografía bien en solitario o en grupo con familiares y amigos cercanos. Esto hoy día nos puede parecer muy macabro o incluso enfermizo, pero en el s. XIX la muerte era más común, no tenían los adelantos médicos que tenemos hoy día a nuestro alcance, antiguamente tenías alguna dificultad o incluso un catarro mal curado y estabas perdido, los índices de mortandad infantil también eran muy altos, una familia podría tener una media de 8 ó 10 hijos y la mayoría de las veces no sobrevivían todos, y muchas ni la mitad. También hacía muy poco tiempo que se había inventado la fotografía, y era para la familia del difunto un orgullo posar con sus seres queridos y recientemente perdidos para que todo el mundo supiera quienes eran todos los miembros de la familia, sobrevivan o no.
A veces a los difuntos se les coloca en una postura como si estuvieran dormidos o bien colocados como si realizasen una acción cotidiana como darle la vuelta al azúcar al café como un simbolismo de que la persona querida siempre estará viva en los corazones y el recuerdo en una fotografía, generalmente eso quedaba a criterio del fotógrafo. Lógicamente los tiempos cambian, ahora tenemos menos hijos, más esperanza de vida y nuestra visión de la vida y la muerte ha cambiado bastante y puede parecer lógico que actualmente no se realice ya las fotografías post mortem o memento mori, pero no es del todo cierto. Aún hoy día se realizan fotografías post mortem, como ejemplo está el fotógrafo newyorkino Andrés Serrano realiza este tipo de fotografías o el mexicano que realiza fotografías post mortem en el lugar exacto donde falleció el difunto en el violento México.
Posible imagen real de Optografía |
También en el s.XIX surgió el concepto de que cuando un ser vivo muere, queda grabado en sus ojos la última imagen que ha visto. Según las fuentes, dirán que este descubrimiento lo hizo el fotógrafo inglés M. Warner en el año 1863, que fotografió a un becerro horas después de morir en el matadero y después en el revelado y análisis de la fotografía se podía ver en el ojo el reflejo de lo que era el matadero donde murió el pobre animal y la fotografía se hizo en otro lugar; otra fuente dice que quien lo descubrió fue Wilhelm Friedrich Kühne en 1881 donde en un experimento en la universidad con una rana muerta, gracias al reflejo de la luz del mechero del laboratorio pudo distinguir en el ojo del batracio una imagen casi imperceptible de un lugar muy distinto al laboratorio. De ahí Wilhelm dedujo que al igual que ocurre con los animales también ocurriría con los humanos.
Más tarde Wilhelm tuvo la oportunidad de demostrar su teoría en un condenado a muerte por decapitación con la guillotina, fue un fracaso y la idea quedó como una leyenda. Aunque no fue un fracaso al 100% puesto que a la policía le interesó bastante la idea de poder ver en los ojos de un fallecido lo último que vio para ayudar a esclarecer asesinatos dando lugar a la ciencia poco conocida y denominada optografía.
Tras el fracaso de Wilhelm el tema ha quedado como una leyenda fantástica donde sólo se habla en los entornos del misterio y ciencias paranormales. Pero en la actualidad dos científicos norteamericanos, Ko Nisin y Shri Najar, demostraron que las imágenes no pueden quedar impresas en la superficie de la retina, puesto que donde realmente quedan impresas es en la córnea. Sacaron un reflejo de la córnea
Posible imagen real de Optografía |
Aunque de esto no hay ninguna evidencia y ha quedado como una leyenda urbana. Pero aún así en el imaginario popular aún queda la duda, como se vio en el verano de 1966 donde un periódico local de Menphis el titular que un policía local fotografió el ojo de una víctima horriblemente asesinada y pudo ver la cara de su asesino con un microscopio, la noticia armó bastante revuelo. En el caso de Jack el Destripador Scotland Yard también utilizó esta técnica pero sin ningún resultado. El cine ha hablado de esto y las películas más famosas son la italiana Imago Mortis donde utilizan un artefacto llamado Tanatoscopio o en la película Wild Wild West donde utilizan un artefacto para ver lo último que vio un difunto colocando su cabeza decapitada en el artefacto pudiendo ver la última imagen impregnada en el ojo como si la propia cabeza fuera un proyector.
Tanatoscopio de la película Memento Mori |
Pero las historias no sólo se refieren a que los ojos guardan parte de la vida, también la cabeza puede conservarla. Es más que lógico el suponer que si te cortan la cabeza mueres en el acto, hacer esta afirmación puede parecer un tanto absurdo, ridículo e incluso gracioso; pero no siempre ha ocurrido así. En el siglo XVIII, la asesina de Jean-Poul Marat, Charlotte Corday fue condenada a la guillotina por su crimen, y en el momento en que cayó la hoja y la cabeza se separó del cuerpo el 17 de Julio de 1793, el verdugo cogió la cabeza y en señal de desprecio le dio una bofetada, los testigos más cercanos a la cabeza aseguraron que el rostro de Charlotte adoptó una mueca de indignación y se ruborizó, lo que significaría que Charlotte aún seguía viva después de su decapitación durante un breve periodo de tiempo. Ante esta noticia no faltaron supuestos heruditos y médicos dando una explicación científica a lo ocurrido.
Este durmió el sueño de los justos casi un siglo, hasta que los médicos franceses, los hermanos Decaisne y hicieron un experimento en la ejecución por guillotina del asesino Théotime Prunier el 13 de Noviembre de 1879. El experimento fue muy sencillo, nada más haber cortado la cabeza de Théotime, los tres médicos pellizcándole las mejillas, metiéndole por la nariz un pincel empapado de amoníaco, dándole con un lápiz de nitrato de plata por los lacrimales e incluso acercándole a los ojos una vela encendida hasta chamuscarle las pestañas.
buscaron signos de vida de la cabeza separada del cuerpo llamándole por su nombre,
como es de esperar, lo que quedaba del malogrado Theótime no respondió. Pero la cosa no quedó ahí, el doctor Dassy de Lignière tuvo mejores resultados, esta vez fue con el asesino Menesclou, decapitado el 7 de Septiembre de 1879. Después de tres horas de la ejecución y después de hacerle a la cabeza una transfusión de sangre de perro, la piel recobró el color, se afirmaron los rasgos, las cejas se crisparon y los labios balbucearon algo. El informe de Dassy fue bastante espectacular: "tras la decapitación, la cabeza pudo oír los gritos de la muchedumbre, notar el impacto contra la cesta, ver la guillotina y el cielo". El caso más documentado es el informe del doctor Beaurieux en los "Archives d'Anthropologie Criminelle" (tomo XX, 1905), dicho informe documenta cómo el día 28 de Junio de 1905 la cabeza recién cortada del asesino Languille se meció hasta erguirse sobre la base del cuello, sellándolo a medias y reduciendo la hemorragia. Tras repetidas contracciones de labios y párpados por unos segundos sus ojos se entrecerraron". Ante este hecho, Beaurieux gritó su nombre y los ojos se abrieron y miraron al doctor, y el informe añade: "Era indudable que esos ojos estaban vivos y me miraron". Repitió la llamada por segunda vez con el mismo resultado, tras lo cual, el decapitado murió definitivamente.
Ante este último caso se especuló bastante, una de las últimas fue la del doctor Steven Seddon explicó lo ocurrido a Languille fue que aunque la decapitación priva al cerebro de sangre, al haber caído con la base del cuello hacia el suelo, detuvo la hemorragia el tiempo suficiente para que el córtex no muriese casi automáticamente por una muerte cerebral irreversible, sino que tarda en morir tres minutos y medio.
Aunque hoy día se tratan como leyendas o cuentos de viejas, durante mucho tiempo se llegó a pensar que con la muerte el ojo registra la última imagen o cuando uno muere tarda en morirse del todo.
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