Aunque un servidor disfrutó de lo lindo con ‘Batman v Superman’, es innegable que la cinta de Zack Snyder acarreaba unos problemas que, vista ‘Escuadrón Suicida’, parecen inherentes al universo cinematográfico de Warner/DC, a saber: indefinición y precipitación. Indefinición por tratar de ser profundos, oscuros o transgresores y a la vez intentar agradar al público que busca películas más accesibles. Precipitación por querer abarcar demasiado en cada filme, obviando que Marvel construyó su universo cinematográfico pasito a pasito, tras casi una década produciendo películas. Es vox populi la prisa de DC por ponerse a la altura de la competencia, cuando tal vez ni siquiera deba jugar en la misma liga. Pero vayamos con ‘Escuadrón Suicida’.
En un primer tercio cargado de ritmo, flashbacks y buenas intenciones, asistimos a la presentación de todos los personajes. Margot Robbie, desquiciada y desquiciante, nos regala una Harley Quinn sencillamente perfecta. Will Smith pone todo su carisma al servicio de Deadshot (impagable su escena de presentación). Lástima que también le hayan dotado de una dosis de ternura que no acaba de casar con el personaje. Entre los secundarios, mención especial merece Viola Davis en su papel de Amanda Waller: de lo mejor de la película.
Pero incluso en lo prometedor del arranque, ya se deja entrever uno de los principales hándicaps de la cinta: un montaje más bien tirando a desastroso. Planificación incoherente, transiciones confusas o inexistentes... la película ha sido rehecha sobre la marcha y se nota. Ahora sabemos que el Joker es quien más ha sufrido los recortes (y retoques), quedando en el montaje final un personaje desdibujado y por desarrollar.
Respecto a si Jared Leto es o no un buen Joker, para gustos, los colores. Es comprensible que semejante reinterpretación del Príncipe Payaso del Crimen no convenza a muchos. Si bien algunos aspectos son mejorables, he de decir que a mí me ha dejado lo suficientemente satisfecho como para tener ganas de más. Una pena que el Joker más violento y perturbador se haya quedado en la sala de montaje. Estaremos atentos a sus próximas apariciones.
Pese a los problemas anteriormente expuestos, ‘Escuadrón Suicida’ no solo no aburre, sino que es endiabladamente entretenida. Las escenas se suceden a ritmo de rap, hip-hop, rock clásico y rock alternativo, siendo la selección musical otro de sus puntos fuertes. El filme solo decae en momentos muy puntuales, cuando se empeña en darnos innecesarias explicaciones de forma poco o nada sutil (¿en serio era necesario contar la historia de Katana dos veces? ¡Si con una ya es demasiado!). En lo que a tono se refiere, el volantazo que ha dado Warner es más que evidente: aquí no hay serias cuestiones morales ni se pretendía apelar a la inteligencia del espectador. Se trata de un videoclip de dos horas, un divertimento sensorial. Y en ese sentido, la película funciona.
Entonces, ¿por qué, aun entrando en su juego, deja un sabor tan amargo? El otro gran problema de 'Escuadrón Suicida', su mayor lastre, es su falta de coherencia interna. Todo el gamberrismo del que presume tanto la propia película como los personajes que la pueblan, se queda en mera fachada. Nos presentan a unos tipos que supuestamente son “lo peor de lo peor” pero casi nunca vemos indicios de ello. Es más, presenciaremos cómo este grupo de villanos hace gala de un súbito compañerismo exagerado y un sentido del deber que desembocará en manido heroísmo, como si de unos Vengadores venidos a menos se tratase. De hecho, la amenaza a la que se enfrenta el escuadrón es casi tan desproporcionada como la vista en la cinta de Marvel y hasta visualmente similar (¿hasta cuándo seguiremos soportando el recurso de “malo crea algo que lanza rayos al cielo”?). Oigan, se supone que esto era otra cosa. Y no vamos a creernos lo malotes que son los protagonistas solo porque nos bombardeen con estética pandillera o porque alguien diga cada dos minutos “eh, somos los malos”.
En definitiva, ‘Escuadrón Suicida’ se hace querer y odiar al mismo tiempo. Tiene severos defectos y pocas (aunque muy destacables) virtudes. Nos gana con su sugerente premisa, su tono desenfadado, su ritmo frenético, su banda sonora y su variopinta colección de personajes. Nos pierde cuando todo se desinfla de buenas a primeras, tomando un rumbo errático y dándonos algo que si bien no está del todo mal, no se corresponde con lo que nos vendían los trailers. Le falta descaro, incorrección y mala uva. Le sobra artificiosidad, espectacularidad y épica. Tras el primer visionado es difícil escapar a la sensación de profunda decepción (aunque para muchos no habrá un segundo). No obstante, quienes logren superar esta difícil barrera, se encontrarán con una aventura superheroica dentro de la media, bastante digna, y que no se merece ni por asomo el vapuleo que ha sufrido. Porque si algo tiene en común con su película esta panda de antihéroes es que ninguna de las dos es tan mala como parece.
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