Crítica de Mayo de 1940

Mayo de 1940 es un relato sentimental que prima la humildad y los sentimientos por encima de la trama y los hechos históricos. Es un filme emocional que invita a la reflexión y a empatizar con los personajes. Por un lado, tenemos al padre e hijo que, como punto central de la trama, son separados en la huída hacía una vida mejor escapando de la guerra. Esto da lugar a dos tramas que transcurren de manera paralela: la huída del hijo junto a una profesora suya y el resto del pueblo, y la búsqueda que el padre hace de su hijo, convirtiéndose ésta en la parte más entretenida.


Christian CARION director de Joyeux Noel (2005), realiza aquí un filme personal y en parte autobiográfico, debido a que su propia madre fue protagonista del éxodo de 10 millones de personas hacia el sur de Francia en la ocupación Nazi. Por este motivo el largometraje se centra en el drama que supone dejar atrás sus casas, sus animales, su modo de vida y en parte su familia para huir a un mundo que esperan sea mejor. Un tema muy en consonancia con los acontecimientos actuales que vivimos con los refugiados Sirios en Europa, pero con grandes diferencias: ellos encontraron ayuda siendo cinco veces más en número, y sin embargo, los Sirios no encuentran más que rechazo. Su autor nos quiere alertar de que la historia es cíclica y que nadie está a salvo de ser un día un refugiado.


Más allá de estas pretensiones, es un filme correcto, que no intenta dar lecciones de historia, simplemente contar las vivencias personales de los protagonistas en ese entorno. CARION quiso rodar la historia como un western: con la caravana de refugiados que huye por los caminos encontrándose a malhechores de todo tipo y duelos de disparos entre civiles, Nazis y combatientes aliados. Prueba de ello es que ofreció a MORRICONE realizar la banda sonora, quien aceptó y comenzó a componerla el día después de los atentados de Charlie Hebdo (motivo que inspiró al compositor para su trabajo).


De todas maneras, pese a su intención, creo que no tiene nada que ver con un western. Está más centrada en un relato histórico con ciertos tintes sentimentales. Con momentos que brillan, como los ataques de los aeroplanos o los enfrentamientos con el enemigo. Sin embargo, hay otros tantos que son bastante irregulares. Entretiene, que no es poco, pero deja un regusto amargo que crea cierta expectativa en la audiencia, que finalmente no se ve satisfecha del todo. Pese a esto hay que recalcar que el final (aunque previsible) es bastante acertado. ¿Y por qué? Habrá que ver la película para saberlo.

El metraje de casi dos horas no se hace largo y hay que tomarlo como lo que es: cine con factura europea que aporta una versión personal de su autor basada en un montón de relatos de testigos del éxodo, recogidos en 6 meses de producción. Pequeño aire fresco en una realización correcta que puede interesar a un público habituado a este tipo de temática. Pero se encuentra lejos de ser considerada como una gran película, más aún dentro de la variedad caleidoscópica y alta calidad del cine francés.














Escrito por Urko Urriolabeitia
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