Sed templados y velad; porque
el Diablo anda al acecho,
como león rugiente, buscando a quien devorar.
Pedro, Capítulo 5-Versículo 8.
Soy Matt Murdock. Un accidente me dejó ciego, pero desarrolló mis otros sentidos. El resto no importa, salvo la lección que aprendí de mi padre:
No te rindas.
Nunca.
Nunca.
Frank Miller. Born Again.
En estos tiempos de dioses
nórdicos, armaduras de ultratecnología y monstruos radioactivos que repelen
invasiones alienígenas, sigue haciendo falta otro tipo de héroe.
Como el tipo que utiliza sus
habilidades y poderes para custodiar el bienestar del peor barrio de Manhattan.
Un hombre sin miedo que no duda
en ensuciarse las manos, defendiendo al desamparado y preservando la justicia.
Un Daredevil que vuelve a recorrer
la Cocina del Infierno como punta de lanza de la expansión Marvel en el
medio televisivo.
Sin embargo, los antecedentes no eran demasiado halagüeños. Por un lado, la fallida adaptación cinematográfica del
2003, y, por otro lado, los torpes primeros pasos de Marvel Television: una insulsa Agentes de S.H.I.E.L.D. y una
Agent Carter, deudora de la nostalgia.
Así mismo, el hartazgo general de
tanto héroe sombrío y atormentado, tampoco auguraba la excepcional acogida que
está cosechando la serie distribuida por Netflix. Y ha sido la labor en la
producción de gente del cómic como Drew Godard, Jeph Loeb o
Joe Quesada, la que ha conseguido mantener la esencia del personaje: ese tono
adulto propio del Daredevil de los 80.
La búsqueda de verosimilitud
hacía imprescindible rodar en Nueva York y evitar el tan socorrido Toronto como
sucedáneo de la Gran Manzana, a fin de recrear con rigor una Hell´s Kitchen en
la que se acaba de fundar el bufete jurídico Nelson & Murdock.
Un Matt Murdock, al que da vida
el actor inglés Charlie Cox, y que está a la altura tanto como el abogado
ciego que lucha en los tribunales para que se cumpla la ley, como con el
justiciero que, cuando llega la noche, combate el Crimen que está consumiendo su
hogar. Primero, con un traje negro que le presta el Daredevil del
telefilm El Juicio del Increíble Hulk (1989)
y que espantaba a Stan Lee, y después, con el icónico disfraz rojo, protagonizando
unas peleas que sorprenden por su crudeza y que son uno de las grandes
atractivos de la serie.
No obstante, pese a su buen
hacer, en mi opinión, la actuación de Cox queda eclipsada por ese tremendo
plantel de secundarios que pueblan Marvel´s
Daredevil. Desde el entrañable compañero de Matt, Foggy Nelson (Elden Henson)
hasta el íntegro y curtido periodista Ben Urich (Vondie Curtis-Hall), pasando por el implacable maestro ninja Stick
(Scott Glenn) hasta llegar al gran
descubrimiento de esta serie que es el Kingpin Wilson Fisk que crea Vincent
D´Onofrio.
Vulnerable, astuto, despiadado,
humano... registros con los que D´Onofrio impregna su interpretación, dejando momentos
deslumbrantes como esas delicadas cenas junto a Vanessa o cuando le transmite a
un colaborador su descontento, en el asiento de atrás de su todoterreno. También
ha sido un acierto el darle mayor relieve a su mano derecha, Wesley, que poco
tiene que ver con el personaje gris de los cómics, brillando aquí por su
elegante frialdad y por una malevolencia, casi al mismo nivel que la de su empleador.
Difícil lo van a tener Jessica
Jones, Luke Cage y compañía, para conseguir el impacto de estas 13 hipnóticas horas
de viaje a una Nueva York de trazo impresionista, áspera y nocturna, donde la música clásica flota sobre el duelo feroz entre el imperio criminal que
acogota la ciudad, y el héroe que sigue creyendo que un hombre puede marcar la
diferencia.
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