…y sin
embargo han pasado ya casi 13 años; ese el tiempo que habrá transcurrido desde
el estreno de El señor de los anillos hasta diciembre de este año, cuando
aparecerá en cartelera la última película de la saga de El hobbit.
Poco se
puede decir de la primera trilogía de El
señor de los anillos que no se
haya dicho ya; por mi parte agradecerle al señor Jackson el maravilloso trabajo
que supo llevar a cabo. Un trabajo que, de haberse realizado con menos cuidado
por los detalles, podría haber relegado estas películas al mismo cajón que las
Narnias, Brújulas Doradas y demás…
El hobbit tenía una complicación añadida. Es una
opinión muy personal, y es que el libro no deja de ser un pequeño cuento, uno
para leerle a su hijo Christopher por la noche, uno de poco más de 200 páginas,
uno del que todo el mundo dudaba que se pudieran sacar tres películas. Pues
bien, yo salí de la sala de cine habiendo disfrutado Un viaje inesperado, allá por las Navidades de 2012, con la
sensación de que lo había vuelto a lograr.
Ya en diciembre
de 2001 me quedé esperando a Tom Bombadil, “el que no tiene padre”, cuando todo
estaba por comenzar. Siempre me ha gustado
ese personaje, pero la verdad es que no aporta nada al hilo principal de la
historia, era razonable recortar ahí. Las licencias que Jackson se estaba
tomando hasta este momento se encajaban bien, estaba agradecido, se echaban de
menos algunas cosas, se echaban de más otras.
No dejaba de ser un cambio radical teniendo en cuenta que en la película
del 78, Gimli parecía haber pedido una excedencia de los Globetrotters (medía
lo mismo que Légolas), Trancos venía de Perú
y las imágenes coloreadas ni siquiera eran propiedad de la productora,
sino que fueron fusiladas de películas del oeste o una canallada similar…
Pasó el
tiempo y llegó La desolación de Smaug.
Con una ilusión tremenda fuimos a verla. Que más daba que Radagast pareciera
haberse quedado atrapado en Woodstock, que Bëor entrara en escena de una manera
mucho más cinematográfica aunque, sin duda, menos interesante que en el libro, que
la famosa escenas de los barriles se convirtiera en un despropósito de piruetas
y carambolas imposibles más propias de una películas de Pixar para niños, que el
CGI cantara por soleares e incluso que tuviera lugar un triángulo amoroso que
incluía a una pareja guapa de Hollywood y a un enano. Todo valía. El señor Jackson
nos había dado mucho y muy bueno, y seamos justos, es su proyecto, si queremos
que llueva a gusto de todos vamos listos; y qué demonios, él arriesga y los
demás sólo nos sentamos a opinar, como hago yo ahora.
Entonces
vemos al gran Smaug, que el viento sople bajo sus alas, y empieza ese juego de
protocolo, halagos y agudeza intelectual entre Bilbo y él, que en la novela nos
atrapaba y no nos permitía parar de leer. Sin embargo duró poco, un reducido
grupo de enanos y un mediano se ponen a jugar al gato y al ratón con una
criatura que había desolado el reino Erebor y la ciudad de Valle, que en lugar
de fulminar con su aliento a esta peculiar compañía se pone a correr y dar
dentelladas, que no alcanza a entender como unos seres tan poco dados a la
velocidad como los enanos se mueven como la Pavlova en sus mejores tiempos. Y
me vengo un poco abajo. Por no mencionar que un sistemas de forjas de un reino
como Erebor debe requerir más personal para su puesta en marcha, puesta en
marcha que no nos lleva a nada; bueno sí, al primer ataque con estatua de oro
de la historia del cine.
Una
cosa hay que reconocer, y es que a pesar de todo, hace falta todo el equipo de
continuidad de Star Wars para enlazar
El hobbit con El señor de los anillos. Por citar una sola cosa, estoy seguro de
que Tolkien echó mano de un ejército de águilas para este pequeño cuento que
poco o nada tendrían que ver con Gwaihir y compañía, por no mencionar a
Thorondor allá por la Primera Edad. El hobbit
es una novela menos “redonda” aunque nos pese decirlo.
Muchos
hemos visto ya el tráiler de la última película de la trilogía, La batalla de los cinco ejércitos, la
esperamos con muchas ganas, aunque quizás con algo menos de “hype” por el
recelo que nos produjo lo que no nos terminó de cuadrar en la anterior. Supongo
que es fácil esperar algo similar a El
retorno del rey, una batalla épica, unos efectos especiales brutales y un
final por todo lo alto. El señor Jackson pude contar con mi dinero de varias
entradas y, seguramente, el de la edición especial cuando salga a la venta,
pero la humillación y el daño al que se ha visto sometido el gran dragón ya no
podrá ser reparado.
0 comments:
Publicar un comentario