Llega a nuestras pantallas un nuevo film de terror, pero no es afortunadamente uno de tantos. Viene a ser especial por varios motivos: el primero es para demostrar al mundo que hay vida después de Harry Potter por parte de Daniel Radcliffe, el segundo porque viene a enseñarnos que la Hammer sigue en plena forma y el tercero pero no menos importante viene a decirnos que el terror más clásico, el verdadero Ghost Gothic o cuento de fantasmas sigue siendo el verdadero padre en esto del miedo.
Este film es como un oasis en mitad de un desierto para el género hoy día, hartos de basuras interpretadas por quinceañeros repelentes o lo que es peor aún, treintañeros haciendo de quinceañeros repelentes donde todo es bastante frívolo, vacío y artificial y donde poco o nada nos importan sus protagonistas y la trama en sí. Aquí poco de eso podemos encontrarnos afortunadamente, el film que nos ocupa apuesta más por crear y depender de un ambiente que envuelva al espectador y qué ambiente señores...
La película empieza de manera bastante potente, no pierde tiempo y aprovecha la ventaja que dá una corta duración a una buena película de género. El film comienza con un prólogo tan brillante como desconcertante, en el que tres niñas de unos 4 años están jugando con sus muñecas a tomar el té en una habitación. De pronto, las pequeñas dejan sus quehaceres y se dirigen a la ventana de dicha habitación, allí acabarán lanzándose al vacío ante la tétrica y fria mirada de sus muñecas de porcelana y de una siniestra silueta de lo que parece ser una mujer vestida de luto. La planificación de dicha escena es magnífica, rodada de manera convencional como marcan los cánones del género, sirve para poner en tensión al espectador nada más comenzar.
La película pone especial cuidado en su puesta en escena deudora sin duda de los grandes clásicos de la propia Hammer, a la que homenajea visualmente en más de una ocasión, si hay algo que destaca por encima del resto y la hace estar por encima de la media es sin duda su cuidada ambientación, su clasicismo meramente formal puede jugar en su contra para algún espectador moderno, pero sin duda para los verdaderos amantes del verdadero terror esta película es una verdadera gozada, una pequeña joya inesperada.
A destacar el cuidadísimo diseño de producción del que hace gala el film, todo muy de la vieja escuela, con ese poblado inglés perdido en mitad de la campiña inglesa, esos habitantes hoscos y misteriosos, esa posada deudora de la mísmísima Drácula de la Hammer o incluso de El Baile de los Vampiros de Polanski, esos páramos que no por casualidad recuerdan a El Sabueso de los Baskerville de Terence Fisher, ese sinuoso y serpenteante camino que conduce a la siniestra mansión rodeada de una vegetación muerta y seca que solapa las lápidas de piedra que rodean la casa y sus proximidades, esa niebla densa que envuelve el lugar como si se tratase del aliento de la misma muerte, un lugar onírico y maldito, pero sin duda lo que se lleva la palma es la mansión, puramente clásica en su construcción, un lugar aterrador que hiela la sangre.
Decorada con cuadros, muebles, candelabros llenos de telarañas y sobre todo con unos muñecos que estremecerian al más valiente, la película consigue mediante su cuidada ambientación mantener al espectador pegado al asiento, admirando cada recodo de cada fotograma, intentando anticiparse a la aparición fantasmal, recreándose en su puesta en escena cuidada hasta el más mínimo detalle te hace recordar a la buena literatura clásica sobre dicho género y es que tanto su diseño de producción como el buen uso de los recursos cinematográficos empleados para llevarlos a cabo consiguen meter al espectador en la trama, consiguen que tú también estes en esa tétrica casa, llena de recuerdos, odio y rencor.
Como buen relato gótico necesita mantener unas bases argumentales que enriquezcan el conjunto, aunque algo predecibles son realmente resultonas, usando magistralmente todos los ingredientes del género a su disposición el director consigue un resultado simplemente brillante; casa siniestra y abandonada, fantasmas vengativos, muñecos que acojonan, cajas de música que suenan solas, inquietantes pasillos, noche tormentosa, habitantes que guardan un terrorífico secreto, niños muertos, mecedoras que se mueven solas, sombras, lamentos, vegetación tétrica, barro y niebla, mucha niebla.
Estos son los ingredientes de toda buena Ghost Story que se precie de serlo y aquí los tenemos en buena cantidad, arropada por unas interpretaciones bastante correctas de las cuales cabe destacar el papel de Daniel Radcliffe, muy lejos ya del rol de joven mago, su registro aquí es más maduro, requiere más matices y hay que reconocer que el chico no lo hace nada mal, quizás algo joven para el papel de un abogado viudo y con un hijo de cuatro años, pero la verdad es que soluciona la papeleta de manera bastante digna, arropado también por un plantel de secundarios bastante interesante encabezados por Ciaran Hinds.
Pero si hay algo por lo que será recordada esta película es sin lugar a dudas por la brutal secuencia de unos 15 minutos de duración correspondiente a la primera noche que nuestro protagonista pasa en la lúgubre mansión, una masterpiece antológica, de lo mejor visto en el género en años, toda una oda al horror, 15 minutos sin diálogo, construyendo una sucesión de detalles y situaciones verdaderamente terroríficas, rodada de forma elegante y usando sabiamente los planos y la perfecta ambientación de la que hace gala deján al espectador en constante tensión. Sin duda lo mejor de la película.
Estamos sin duda ante un film serio, respetuoso y adulto, que casi parece venir de una década ya olvidada desgraciadamente, no intenta reinventar nada ni falta que le hace, simplemente utiliza los recursos más clásicos del género para volver a demostrarnos lo que es un buen film de terror, sus escasos 90 minutos pasan en un suspiro, la trama es lo suficientemente interesante para meternos en la historia y si esto no lo consigue su ambientación inevitablemente lo hará.
Recomendada para los verdaderos amantes de las historias de fantasmas de corte más clásico, donde por encima de caras bonitas, cuerpos danone o estética de videoclip a lo MTV prima una ambientación insuperable, una puesta en escena sobria a la vez que elegante y una historia clásica en su elaboración y ejecución, dando como resultado un film anacrónico para la época actual, que nos hace recordar en mayúsculas el buen cine de terror, ese que por desgracia hoy día ha desaparecido.
Edgar Allan Poe estaría orgulloso de esta película, es el mejor piropo posible.
Lo Mejor: La primera noche del protagonista en el caserón, 15 minutos magistrales, un verdadero paseo en el tren de la bruja.
Lo Peor: Su clasicismo puede jugar en su contra para muchos espectadores y quizás un tramo final algo acelerado.
Nota: 8,5.
Loren Lumiére López
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